sábado, 9 de julio de 2011

DELICIAS DE PAU



Siento en sus palabras que vos, querida señora, sois valiente; pero cuidado.
Ojos acusadores se esconden por todas partes. Quieren confundir y se muestran
Lánguidos, apagados; pero en verdad andan entre tinieblas y no dejan de
Ojear, de estar alertas en busca de lo que no sea su verdad por doquier,
Sigilosos. Intentando encontrar una oveja que le haga subir peldaños al cielo.
Observando todo lo que les rodea en pos de su salvación eterna.

Y ahora os dirigís a mí. Con vuestro mensaje oculto me preguntáis.
Uniendo vuestras palabras acierto a entender vuestras dudas, temores y
Negaciones. Puedo llegar a entenderos, señora. Sé lo que es andar por vuestro mundo, sí.
Preguntando si Dios me entenderá el día del Juicio, y no acierto a encontrar más que
Obviedades. Pero tenéis que saber que no hacéis más que amar… Lo que Él mandó.


    Polly pasea tranquila por entre los susurros de los visitantes al museo. Va leyendo lo que alguien en la Red aseguraba que era una carta antigua que apareció no se sabe muy bien dónde. Se barajaba la posibilidad de que hubiese sido escrita por Hieronymus Bosch, más conocido como “El Bosco”, autor del controvertido cuadro “El Jardín de las Delicias”, entre otros muchos. Polly hace años, desde niña, que intenta averiguar el sentido último de tal obra. Dedica horas a observar en la pantalla de su ordenador la gran cantidad de figuras pintadas. Escudriña cada rincón, cada hombre, mujer, construcción o bestia de las múltiples que hay.
    Se ha parado frente al gran cuadro. Los ojos no le abarcan a ver todo lo que su mente quiere. Recorre las docenas de cuerpos desnudos en sus posturas inverosímiles sin pararse en ninguna en concreto, todas le parecen fascinantes; así lo demuestra la abertura de su boca y la inmovilidad de sus gestos.

    -¡Polilla, polilla!
    -¿Qué querés, Oscar? Y dejá de llamarme así. Me llamo Polly, ¿ya? ¡Listo!
¿Cuando vas a madurar? Ya no estamos en primaria para que hagás el baba de esta forma. Tenés quince años…comportáte.
    -¡Vale, vale, no te enfades!
¿Qué haces aquí? ¿No decías que no vendrías a la excursión?
    -Y no he venido a la excursión; pero no dije que no fuera a venir al museo. Sólo que prefiero vení sola que con niños como vos.
    -¿Venir al museo porque quieres, sin que nadie te obligue? Ya sabía yo que eres muy rara. ¿Y qué es esto? Porque esto sí que es raro de verdad.
    -“Esto” es una magnífica obra de El Bosco.
    -Pues ya es raro también ese bosco. A ver qué significa todo esto…
    -¿Cómo lo explico para que vos me entendás?

    Polly se dispone a explicarle a Oscar la obra. Le hace un gesto para que se ponga a su lado y ambos enfrentan el cuadro. Lo mira en pausa un instante con la certeza de que será tiempo gastado inútilmente, pero aún así comienza su explicación:
    -Como ves ésta es una composición en tres partes. La de la izquierda representa el momento en que Dios obsequia con el Paraíso a Adán y Eva.
La central, como puedes apreciar la más grande –apuntilla casi en forma burlona-, refleja los excesos de la humanidad, sus pecados, sobre todo carnales como puedes observar…
    -Sí, sí, carnales –interrumpe Oscar entre ruidosas carcajadas-; ya veo a ese maricón metiéndole flores por el culo al otro que se lo está ofreciendo como un florero.
    Polly, enfadada al igual que avergonzada, pues el comentario de Oscar ha suscitado miradas de los que están alrededor, le espeta:
    -¡Sos insoportable, no cambiarás nunca, andá y vete al carajo!
    -No, no, perdona, sigue. Ha sido un ¿lapsus?
    -¿Lapsus? Ya le daría yo lapsus a vos… ¿Seguís con las burlas?
Andá, si eso vale para que aprendas algo…escuchá.
    Oscar se cuadra en forma marcial. Polly está ya convencida de que todo es una mofa del muchacho; pero, ya ha aceptado realizar la explicación, y ella es de las que cumplen; así que prosigue:
    -La última parte, la de la derecha, plasma los martirios que sufrirá el ser humano en pago de sus pecados.
    -Sí, mira como pagan…
Oscar vuelve a interrumpir. Tiene los labios apretados intentando reprimir la carcajada que le provoca algún pensamiento en su cabeza. Se resiste a burlarse de nuevo de Polly, pues aunque tiene fama de buena, también sabe que puede tener muy mal genio. Pero al final no se aguanta e inicia la frase de nuevo con la mala fortuna que la saliva acumulada en su boca sale disparada por las repentinas prisas por hablar hacia la cara perpleja de ella  mientras berrea: “¡Mira ese pajarraco de la esquina derecha! – y señala con grandes gestos en dirección al cuadro-, abajo, se los come y luego los caga al pozo. Y el que está agachado echando monedas por el culo. Ése paga en efectivo.
    -¡Largáte ya de una vez! –dice Polly con la cabeza agachada intentando limpiarse con repulsión. Pero para cuando la levanta él ya se ha colocado a una distancia que confía prudente-. ¡Marcháte, reboludo, a escupir a tu vieja! Hablar con vos es como pelar una magdalena antes de comérsela: una pérdida de tiempo y una soberana tontería.
    ¡Ahí te quedas, polilla! – Dice Oscar mientras se va entre risas satisfecho de su logro.
    Polly, bastante indignada, termina de secarse el rostro como puede pasando insistentemente por él la manga de su blusa.
Intentando pasar página retoma su lectura:


Buscando muy dentro de mí me torturo a diario. Intentando encontrar las mismas
Respuestas que vos ansiáis a esas preguntas que os torturan, que me torturan.
En las palabras no está la ofensa, sino en la intención que estas tienen.
La verdad es que después de la sorpresa ante sus palabras, agradecí vuestro descubrimiento.
Obra en vuestro poder mi gran secreto, y en vuestras manos estaré a partir de ahora.
Como vos en las mías os ponéis al confesaros con nos. Mas no temáis nunca que
Obsesos pensamientos broten de mí. N o está en mi ánimo perjudicaros lo más mínimo.
Queriendo vos compartir conmigo esos pensamientos, halagáis mi persona y, al
Unirse nuestros secretos, me dais fuerzas para seguir uniendo piezas, y que
Encajarse unas con otras sea posible. Aunque lamento deciros que  no lo veremos llegar.
Neciamente, con ahínco, somos perseguidos como bestias apresadas por el mal.
Obcecadamente, mas con fe, nos resistimos a creer que Dios nos condenará por estos actos.


    -¡Hola, Polly! –Una voz tras ella la devuelve al mundo.
    -¡Hola, Elvira! ¿Qué hacés vos por aquí? Pensé que no vendrías a la excursión del colegio.
    -Al final cambié de idea. Total para estar sola en casa o dando vueltas por ahí. Además, hoy me he levantado con ganas de aprender algo nuevo –explica con cierta sorna.
¿Y tú, qué haces por aquí sola?
    Espero a Pau…Al final…quedamos –contesta con algo de vergüenza reflejada en sus mejillas.
    -¡Bien por ti! ¿Por fin te decidiste?
    -Sí, tengo que empezar a hacer caso a mis sentimientos algún día, y Pau parece la persona adecuada. Creo…creo que me enamoré.
    -¡Oh! Eso son palabras mayores.
¿Y cuándo viene?
    -No creo que tarde; está laburando, pero dijo que intentaría salir antes y…
    -No entiendo cómo te ha dado tan fuerte una persona que sólo conoces por la Red, ¿tan especial es?
    -¡Ay! Si vos vierais esos ojos verdes, su brillo, su mirar fijo y sincero, cálidos. Esas arruguitas que se le hacen en la frente cuando ríe y que asoman tras su flequillo. Con sus mejillas rosadas lo justo para que no delaten su vergüenza…
    -Si que te ha dado fuerte, sí –interrumpe Elvira el ensimismamiento de Polly-.
¿Y sabe que…? –Duda ahora en terminar su pregunta-.
    -¿Qué? –Le anima Polly.
    -¿Si sabe que eres…?
    -¿Qué, que soy argentina? –Ahora es Polly la que la que corta la pregunta a la vez que la responde-.
No estoy segura; pero, chica, hay cosas que no tené porque decir. No creo que le importe. Y si es así…a otra cosa, que hay mucho culito inquieto por ahí.
    -Bueno, espero que te salga bien el asunto replica Elvira entre risas-.
Y… ¿este cuadro? –Cambia ahora de tema- ¿Es del que me hablaste?
    -Sí, viste, ¿a que es relindo? Yo me pillé con él hace tiempo. Los expertos andan locos intentando descifrar su significado desde hace siglos. No el aparente y obvio, claro, sino el que se esconde en las imágenes, tan lindas y perturbadoras al tiempo.
A mí la imagen que más me gusta es esa del centro, la del pequeño estanque –explica Polly haciendo un círculo en el aire con el brazo extendido mientras su amiga escucha muy atenta-.
¿No tenés la impresión de que es lo más puro que viste nunca?
Mirá la figura del centro de la composición. Se ofrece tal cual es, abriendo los brazos, sin falsas apariencias ni miedos parece decirles a las que las rodean: “Ésta soy yo, aquí me tenéis”. Mientras, las otras sentadas al borde del estanque, con sus largas melenas doradas la admiran. Todas desnudas, como y tal nacieron…
    -¡Polly! –Interrumpe Elvira.
    -¿Sí?
    -Date la vuelta.
    ¡Es Pau! –Dice mientras se le llena la boca de dientes.
    -Sí, ya me lo he imaginado por la cara de cordero degollado con la que te mira.
Me voy, ya viene.
    -No, quedáte, te presentaré.
    -Bastante tienes ya con presentarte tú. Otro día si hay ocasión. Además, esto has de comértelo tú solita, guapa.
    Elvira se despide con una suave caricia en el rostro de Polly para darle ánimos al ver que las piernas de su amiga parecen flojear.
Al cruzarse con Pau se dedican una mirada callada y cómplice mientras sonríen.
Pau se presenta con dos cariñosos besos en ambas mejillas, que son recibidos con un “¡bien!” en el interior de Polly.
    -¡Hola, Pau! Mirá, este es el cuadro –dice nerviosa.
    -Ya lo conozco, polilla. ¿Te importa que te llame así?
     -¡Claro, qué tonta soy! A ti también te encanta la obra, ya la conoces –balbucea sabiendo que los nervios la traicionan.
    Tranquila, por supuesto que la conozco, casi tanto como tú. ¿Por eso estamos aquí, no? ¿Por qué nos gusta? –Intenta Pau tranquilizar el evidente nerviosismo de Polly. Aunque más consigue frustrar sus esperanzas, ya que la frase le suena como una barrera puesta a su amor.
Pero contesta… ¿Te molesta que te llame polilla?
    -En las palabras no está la ofensa, sino en la intención que éstas tienen –dice seria en exceso.
    Pau teme por un momento haber ofendido a Polly; pero enseguida comprende, mientras ve perder la seriedad a ésta y cambiarla por una sonrisa, y a la par que recuerda que la frase dicha por Polly con tanta solemnidad es un fragmento de la carta que compartieron, que tan sólo es su forma de de devolver la broma.
Entonces ríe también.
    -¡Es de la carta! Dice dándose un golpe en la frente con la palma de la mano.
    -Sí –ríe Polly más confiada-. La estaba releyendo mientras te esperaba. ¿Tú crees que será de él?
    -No creo que podamos saberlo nunca a ciencia cierta; pero, sería revelador, su pintura tendría otro sentido.
¿A ti qué parte te gusta más de la carta?
   -¿Y a vos?
   -Pregunté yo antes –Pau no cae en la pequeña trampa.
    -Es cierto, tenés razón…
A mí me apasiona la última parte. Es la más clarificadora. Estaba a punto de releerla. Permitíme…
    Polly comienza a leer con pasión mientras Pau escucha atentamente a su lado, muy cerca de ella, ignorando la distancia que marca el espacio vital de cada cual.



En mis obras escondo pensamientos. Vos habéis descifrado alguno con acierto y eso demuestra
Nuestra cercanía. Pocos lo han conseguido. Aunque muchos intentan entrar en  mi aturdida
Cabeza y encontrar el significado a mis pinturas, a mis imágenes atormentadas.
Usted busca la verdad. No la impuesta por otros a base de temores eternos. No la que
Es única según esos necios. Buscáis la misma que yo. La que nos deje vivir de forma
Noble, la que nos haga iguales ante los hombres, ya que ante Dios ya lo somos. Desechar la
Temerosa huída si fin. La que nos hace ser  furtivos al buscar amor en las sombras. La que se
Ríe de nuestro destino. Ése que no buscamos intencionadamente, que vino sin más y hace llorar
Amargamente a nuestra alma por no poder amar sin trabas, sin falsas acusaciones.
Ríe complacido el propio Satán al apropiarse ya de nuestra eternidad condenada por otros.

Esperanzada, ilusionada la encuentro al leer su carta. Esperáis que aclare vuestras dudas.
Sólo espero que no sufráis al conocer mi respuesta, y no os desilusionéis demasiado.
Puedo, convencido os  digo, asegurar que lo que hoy es perseguido, algún día dejará de serlo.
Unírmele en sus sueños, luchar a mi modo por ellos, yo le prometo. Mi humilde respuesta
En un doble acróstico, que sé de su afición, le dejo a su pregunta, la que todos hacen.
Su merced espero tenga a bien perdonar mi poco aclaratorio dictamen. Es fruto del
Temor y las dudas que me invaden, y que ahogan mi esperanza.
Adiós, estad en paz con Él.


    Polly concluye su leyenda en voz baja y suave. Pau parece haberse embriagado con su dulce timbre de voz y la mira tiernamente.
    -¿Entendiste el fin de la carta? –Pregunta Polly-. ¿Descifraste los mensajes? –Prosigue sin dejar que conteste_.
¡Perdón, perdón! No dudo de que lo hicieras, no dudo de vos, de tu capacidad. Lo siento -dice con más vergüenza que nunca al ver que su pasión le lleva a decir cosas que pueden ser mal interpretadas.
    Pau no contesta. Tan sólo se encoge de hombros, haciendo desaparecer su cuello y saca la lengua mientras ladea la cabeza esfumándose su aire de inteligente.
    -Pau…perdón de nuevo…si…si vamos a entablar amistad… -dice Polly con muchas dudas esta vez-, si vamos a conocernos mejor, tengo algo que confesarte antes de nada. No lo sabe más que mi mejor amiga y quiero que tú lo sepas también.
Yo soy…soy…
    -¿Qué? –Pregunta ya con impaciencia Pau.
    -Es que quiero decirte que soy…
    -¡Argentina! – Le interrumpe Pau mientras se acerca a Polly y le tapa los labios con la punta de los dedos para que no prosiga con su calvario-.
Yo también te tengo que confesar lo mismo… ¡Dios espero no confundirme! Yo también lo soy. No argentina, pero como tú.
    Pau aparta la mano de los labios temblorosos de Polly, y se arrima despacio a ella. Sus jugosas bocas se encuentran, y juegan a besarse sin prisa alguna. Apenas empiezan a separarse unos milímetros, Polly, le susurra llena de esperanza y alegría:
    -Pau…mi niña Paula, mi niña Pau ¿dónde nos llevará esto?
    -Polly, preciosa ¿quién sabe? No puedo más que contestarte lo mismo que él en el segundo mensaje oculto de su carta.





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