jueves, 7 de julio de 2011

SENTIR...UN BESO

Sentir tu piel. Recorrer tu cara lentamente con las yemas de mis dedos. Sin prisas, suavemente. Pararme en tu frente y escribir un te quiero mientras tú con la persiana de tus ojos abajo, intentas leer en tu mente el cosquilleo que sientes. Mi dedo índice remata lo escrito con un punto presionando levemente un instante el centro de tu frente. De inmediato tus labios, hasta ahora cerrados, emiten un susurro: “Y yo a ti”.
Los dos esbozamos una sonrisa que se adivina en la penumbra del ambiente. Las velas que has dejado encendidas apenas iluminan nuestros rostros y difuminan nuestras siluetas desnudas. La luz te queda atrás formando un  halo a tu rededor.
Te acercas a mí en silencio. Alzo las manos de nuevo para sujetarte la cara con ambas. Tú me lo impides con las tuyas. Dejas las mías apoyadas en tus rodillas y quedamos frente a frente sentados cada cual sobre sus gemelos.
Tornas a tu interrumpido gesto. Tus labios encuentran a los míos y se acarician sin prisa. Los tuyos, ardientemente húmedos parecen querer provocar a los míos y cada vez que intento aplastarlos contra los tuyos, éstos se separan y evitan la presión. Pero no pierden el contacto. Siguen rozándose en un sí, pero no continuo. El tiempo no importa. Te lo tomas con calma hasta que por fin asoma tu lengua. Juguetona lengua. Se desliza humedeciendo mis labios. Entreabro mi boca. Mi lengua quiere encontrarse con la tuya; mas, en un rápido gesto, la refugias y la cambias por tus dientes atrapando mi labio inferior que queda estirado al tú retroceder un poco sin soltarlo. Mis ojos se abren de repente luciendo un sorprendido blanco. Tú no evitas, ni quieres, soltar una pícara carcajada y un malicioso: “¡Te jodes!”
Yo también río ¿qué voy a hacer? Quiero mi beso. Profundo, largo, intenso…apasionado. Y voy a conseguirlo.
Me abalanzo sobre ti. Nuestros cuerpos se deslizan hasta el suelo en fingida riña. Mi boca busca con ansia a la tuya mientras rodamos por la alfombra. La esquivas ¡una vez! Lo vuelvo a intentar ¡dos veces!
Ahora paro. Te miro intrigado. Tengo una duda: ¿Será verdad que no hay dos sin tres? O prevalecerá: ¡A la tercera va la vencida! El no ya lo tengo. Voy a por el sí.
Sí. Te pillé. Ya no te escapas. Mi boca acorrala al fin a la tuya. Peleas. Sigues fingiendo. Pero terminas cediendo. Todo se para. Tu boca. La mía. Nuestros ojos enfrentados se cierran despacio a la par que hacen lo contrario nuestros labios; que se unen para formar un refugio donde encontrarse por fin nuestras lenguas.
Temblorosas, impacientes, deseosas lenguas.

No hay comentarios: