viernes, 8 de julio de 2011

SOLA





Tengo miedo. Hace horas que doy vueltas recorriendo las calles. Pronto se hará de noche y me da pavor la oscuridad. Por las noches siempre duermo con mi mamá. En cuanto se descuida ya he saltado corriendo de mi cama y me he metido en la suya. Tiene los pies fríos; pero, como soy menuda, me acurruco en su tripa –que ésta sí la tiene bien calentita- y duermo la mar de feliz. Ella me protesta y me manda a mi cama con fingida exigencia: ¡qué ya eres mayor para dormir conmigo! -me dice-.Pero acto seguido apoya cariñosamente su cabeza en la mía y pasamos la noche bien juntitas.
Mi mamá me protege mucho. Cuando salimos a la calle nunca deja que me aleje de su lado. Siempre me vigila cuando estoy en el parque jugando con mis amigas; y en cuanto persigo a algún pajarillo -cosa que me encanta, aunque nunca consigo atraparlos: Los muy puñeteros se paran y, en cuanto ya casi los puedo coger, salen volando moviendo sus alas de forma burlona- ya está corriendo también detrás de mí con la lengua fuera gritando: ¡No te separes de mí, que te puedes perder! ¿Pero no dices que soy mayor? -refunfuño contrariada-. Para unas cosas eres mayor y para otras eres pequeña termina diciendo con mirada triste.
Mi mamá se preocupa mucho por mí. No quiere que sufra lo que ella sufrió. A mi mamá la abandonaros cuando era muy pequeña. La acogieron en varias casas; pero en ninguna sintió que le quisieran de verdad y no se sentía feliz. Así que en cuanto creció un poco se fue a vagar por las calles. Lo pasó muy mal. Tuvo mucho frío y también mucho calor. Pasó demasiada hambre y calamidades. Aprendió a las duras la vida. Y en más de una ocasión salió corriendo despavorida perseguida por algún “machorro”-como ella los llama despectivamente-. Ten mucho cuidado –me dice siempre-. No te fíes de ellos. Sólo buscan lo que buscan. Se acercan a ti meneando la cola; queriéndote camelar y si los rechazas puede salir lo peor de ellos, enseñarte los dientes e incluso morderte.
Por eso me protege tanto. Y ahora estará aterrada. Más incluso que yo.
Sigo asustada y desorientada. Sigo vagando por las calles buscando a mi mamá. Hay demasiada gente. Nadie parece verme. Nadie se fija en mí. Me aturde tanto coche. Hace un rato casi me atropella uno que venía veloz. No lo vi venir. Me he salvado por lo que dura un agitar de alas del colibrí. El zafio conductor ni se ha inmutado salvo para soltar media sonrisa maliciosa. Sus ojos parecían lamentar no haberme aplastado. Bestia asesina –he pensado-. ¡Quita de en medio! -grita su sucia boca- ¿No ves que soy pequeña, que ando sola, indefensa? Le mordería; pero bastante que alcanzo a temblar.
Todo el mundo lo ve. Nadie hace caso. Pasan de largo. Una mujer alarga la mano. Me toca la cabeza. También se va.
¡Ayúdame! ¿por qué me ignoras, no me ves? Estoy aquí. Sola. Perdida. Asustada. Tengo hambre. Y sed. Tengo frío. No te vallas. No sé qué hacer. Ni dónde ir. ¡Señora! ¡Señor! ¡Por favor! ¡Mamá! Quiero mi cama. Quiero la tuya. Tu tripa caliente. Tus pies fríos. Tu cabeza en la mía.
¡Viene
un machorro! Corro. Me sigue. Corro. Corre. Tropiezo. Caigo. Vuelvo a correr. Miro hacia atrás. Corre. Mueve la cola. Corro. No quiero.¡ No me muerdas!¡ No quiero! ¡Guarda tus dientes! Y corro. Y corro. Me escondo. Lo despisto. Se va. Aliento. Me falta. Tiemblo. Sufro. Lloro… Mamá. Mama ¡MAMÁ!
Ahí está. Aquí ¿no me ves? ¡Mamá! Me está buscando. Con su collar. Ya me ve. Mírala. Con su correa. Con nuestro dueño. Corro hacia ella. No lo haré más. Me lame lacara. Escondo el rabo. Pido perdón. Seré una perra buena. Meneo la cola contenta. Feliz. Tu cama. Tu tripa caliente…tus pies fríos.

No hay comentarios: