A ti que mueves el mundo. Ese mundo que no siempre se mueve contigo.
Mil veces te han escrito hoy. Y otras tantas te escribirán a lo largo del día.
Palabras bellas, dulces, llenas de ti.
Hoy quiero, soy un atrevido lo sé, intentar describirte; mas doy por seguro mi fracaso.
Has llenado mi vida. Sin ti la carreta de mi existencia se llena de espinas, se hace insoportable, angustiosa…amarga.
Si alguna vez te has distraído, el vacío llenó mi ser, el temor me embargó, me perdí…me asusté. Pero, ¿sabes? El distraído era yo. Tú siempre estás ahí, nunca te fuiste; era sólo que no te supe ver.
Estás en un gesto, en una palabra…en un mirar.
En el gesto del que cargado de lunas contempla un nuevo amanecer…
En la palabra de consuelo del desconsolado…
En el mirar del ciego al ver su guía con las manos.
Estás en el llanto de un recién nacido reclamándote.
En la madre que lo estrecha en los brazos, y regala su pecho al que ya le dio la vida mientras le susurra paz.
Estás en la despedida del que deja este mundo rodeado de los suyos.
Estás en el aire, en la flor…
Estás en la vida y en su olor…
Hoy te escribo a ti…AMOR.
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